jueves, 24 de marzo de 2011

35 años del horror

Bien, como todos sabrán, hoy no es un día para festejar, sino para conmemorar. Para aquellos que no lo saben (argentinos ignorantes y/o personas no argentinas) hoy se conmemoran 35 años del golpe de estado, en el cual la presidente Estela Martínez de Perón es derrocada por una junta militar, al mando de Jorge Rafael Videla. Fueron años de los más oscuros de la historia argentina: miles de muertos, torturados, desaparecidos por la fuerza, secuestrados… Niños con identidades robadas, bebés arrebatados de sus madres… Quién diría que en tan poco tiempo se hayan provocado tantas monstruosidades juntas…
Y bueno, acá estoy yo, 35 años después, haciendo un breve homenaje. Bien, dado a malas experiencias que tuve hace unas semanas, por hablar sobre de un tema del que no fui testigo ni pude saber exactamente el orden cronológico de los hechos, no quiero que esto mismo se repita y que después vengan anónimos cagones a bardear por algo que me tomo más que en serio. Pero como muchos saben, las cosas no se aprenden leyendo de libros y de enciclopedias, sino, escuchando. Por eso mismo, anoche, le hice una pequeña entrevista a alguien que lo vivió en carne propia, un testimonio verídico sobre alguien que lo pasó, y si bien, no fue gravemente afectada por los hechos, vivió muy de cerca el secuestro de una familia y la brutalidad de los militares en esa época: mi mamá.
Fue anoche cuando tuvimos una charla sobre este tema y, después de hacerle algunas preguntas y darme su opinión sobre los aspectos positivos y negativos, me dictó algunas de las cosas que recuerda de esos años y sus experiencias personales. He aquí su relato:

Cuando yo estaba en tercer año, quince años tenía, una compañera mía, Hebe tenía una fiesta y me pidió prestada una pollera y una blusa que yo había usado una sola vez… Una pollera larga, de fiesta. Y bueno, yo se la presté, pasó el fin de semana y me extrañó que el lunes no viniera al colegio, el martes tampoco vino. Pensábamos que estaba enferma. El miércoles tampoco y así pasaron días, semanas, hasta que un día nos enteramos que un comando del ejército había entrado a la casa, habían secuestrado a la familia, y nunca más supimos nada de ella ni de su familia. Ahí entendimos que había sido secuestrada y no sabemos si fue desaparecida o lograron escapar, pero nunca supimos nada de ellos.
Una noche, estaba en la puerta de mi casa con mi novio de aquel entonces, dentro de su auto, nos estábamos despidiendo, serían eso de las 10 de la noche, hacía frío, no me acuerdo, pero sería invierno. De repente nos golpearon los vidrios del auto, y nos hicieron bajar; eran policías. Gritándonos pedían documento y nos preguntábamos que hacíamos allí. Yo les decía que vivía ahí, entonces un policía me dijo que llamara a mis padres, porque no me creían que vivía ahí. Mis padres salieron y corroboraron que yo vivía ahí entonces me dijeron que me metiera adentro y a mi novio que se fuera rápido a su casa. No recuerdo si el auto era un patrullero o un auto particular, pero me asusté. Y me acuerdo que nos dijeron “que sea la última vez que los vemos acá adentro del auto, si en vez de nosotros somos chorros o algo así, ustedes ahora capaz estarían muertos”. Ahora, no recuerdo bien si eran milicos o policías, porque no podías estar solo siendo menor en la calle, a esa hora de la noche.
Otra vez, iba desde Ramos Mejía hasta Ciudadela para tomar el tren y dirigirme a la facultad, y en el puente de Ramos, en Rivadavia, un grupo de militares paró el colectivo, nos hicieron bajar a todos y ponernos con las manos contra el colectivo y las piernas separadas. A las mujeres nos revisaron las carteras y a los hombres los palpaban de armas. Después de requisar todo el colectivo y pedirnos documentos, nos devolvieron todas las pertenencias y nos dejaron seguir camino. Evidentemente estaban buscando a alguien. Esa vez me también asusté bastante, porque no sabíamos lo que nos podía pasar.
También recuerdo en mis primeros años de facultad en la UBA, de medicina, al entrar en el hall central, había soldados armados con fusiles, que nos apuntaban y nos pedían documento, a cada uno de los que entraban. En la facultad hubo muchos chicos desaparecidos… Ahora, lo único que rescato, que en esa época, no te mataba un pendejo por la calle para robarte el celular o las zapatillas; no había tantos drogadictos por la calle y si bien te pedían documentos en cualquier momento, estábamos, nos sentíamos, “seguros”, protegidos, cosa que no ocurre ahora. Pero me parece aberrante que hayan hecho tanto abuso de su autoridad y que hayan matado a tanta gente con un ideal que yo no comparto, no entiendo, que alguien piense diferente y haya que matarlo, secuestrarlo, torturarlo… No sé, para algo existe la justicia. Democracia o junta militar, me parece que las leyes están para ser cumplidas, nos guste o no… Todos los extremos son malos.”


Admito que se me puso la piel de gallina cuando me puse a escribir, y me costó creer que en una época no muy lejana a la nuestra, las cosas hayan sido tan diferentes… Ahora, creelo o no, esto fue verdad, y ojo, es el testimonio de una persona apolítica; mi mamá nunca estuvo interesada en nada de eso, lo que sí, hoy me dijo “Si yo hubiera estado metida en algo de eso en el colegio, seguramente no estaría acá sentada… Vaya a saber dios dónde podría estar yo”.
Si te gustó, podés dejarme tu comentario. Sino, limitate a no comentar nada.






NUNCA MÁS

4 comentarios:

  1. Ya entendí de dónde sos tan grosa. La verdad que lo de la dictadura fue algo realmente horrible & que merece la pena ser desarrollado como tema, & me parece que lo hiciste de re buena manera. pero más me hubiera gustado que pongas TÚ opinión del tema, que seguro sería muy interesante. Bueno Roch, genial como siempre, te sigo leyendo.

    ResponderEliminar
  2. Fa, sos una genia geme.
    La verdad es que yo soy más chica que vos y todavía hay cosas que no se de esas, pero mis abuelos vivieron en esa época, mi tío también, y mi mamá recién había nacido.
    A mi también se me ponen los pelos de gallina al escuchar lo que cuentan, y un día que podamos hablar te voy a contar muchas cosas que me contó mi abuelo con las cuales me quedo impresionada.
    En fin, sos una genia geme, te amooo.

    ResponderEliminar
  3. 35 años nos separan, no se cuantos años duro toda esa locura, se que tanto tu vieja como la mia vivieron y pueden contar hoy en dia toda esa tragedia civil, y si bien fueron en distintos lugares, tu madre en baires y la mia en tucuman, no difieren mucho las palabras de ambas, golpes comandos, desapariciones, creo que se escribe asi, uniformados y otros no, que te pedian documentos en cualquier lugar y horario, podian ser policias, militares, montoneros, para-militares, las cuestion es que estaban con armas y no daba para preguntar a la fuerza que pertenecian, y de seguro tanto tu madre como la mia, te debe contar d elos compañeros o vecinos que vio desaparcer y nunca mas volver, es un bajon que haya pasado eso, pero como ella te lo dijo, nadie te mataba por nada, bueno casi nadie...

    ResponderEliminar
  4. Fa. te pido permiso para introducirme en tu blog, tu escrito y la historia que compartis con muchos. Mi flia tmbien vivió una dictadura, la más prolongada de america latina, la de treinta y cinco años de Alfredo Stroessner aqui en Paraguay, no cobró 30.000 víctimas desaparecidos como la de Argentina, pero orilló por ahí tambien, pero a parte de estar mal todo el dolor que hicieron padecer a nuestros pueblos en America latina, todas las historias se repiten y aterrorizan de la misma forma y, las experiencias hacen mirar atrás con una mirada pensativa y reflexiva, al menos para quienes nos interesa la sociedad. Con solo imaginar lo de tu vieja, se me para el corazón, y sí.. aqui tambien eras desaparecido, torturado en investigaciones de la policía nacional, donde a uno lo metian a una pileta con agua y escremento y descargaban corriente electrica por pensar diferente, tener el pelo largo o estar entre tres en una escquina. Tambien aqui se dice, como podes hablar si eras chiquitito, Algunos tenemos el testimonio cercano y fidedigno, como vos, yo la de mi abuela, cuyo hermano paso once años engrillado en un calabozo por no ser del partido colorado y de tendencia comunista. Me encanta tu blog, y esto nos da una mirada al pasado, saber lo que hemos conquistado y reflexionar un poco a donde vamos. Nunca más dictaduras en ninguno de nuestros pueblos, los cuales son los únicos que pagan con sus lagrimas y sufrimiento. Hay muchos que quieren acallar la historia, escribiendo mentiras, pero como decís, la historia se conoce por la tradición de oralidad, de boca en boca, con un mate o un terere, esa es nuestra garantía.
    Un fuerte abrazo y un fraternal saludo desde Asunción del Paraguay.
    Andrés Araujo Rodriguez.

    ResponderEliminar

Dejar aquí tu comentario te hace formar parte de este blog, ser otra cabeza aplastada que deja su opinión y una parte de su esencia. Muchas gracias!
Para pensamientos huecos, estúpidos y poco constructivos, ahorrate la molestia, acá no son bienvenidos (: