jueves, 18 de octubre de 2012

Megadeth. Viernes 14 de septiembre. Estadio Malvinas Argentinas

Viernes 14. Estando terriblemente cansada, con sueño, dolor espalda, no totalmente repuesta del día anterior y habiendo llegado a mi casa a las dos de la mañana, el viernes me levanté a las 6 y media de la mañana, con un dolor increíble e en las rodillas, e igualmente cumplí con la promesa que le hice a mis viejos de ir al colegio, por lo menos sólo a la mañana (lo que incluye computación y dos tediosas horas de religión), ahorrando así, además, media falta… Este fue un día escolar atípico y afortunado, y les cuento por qué. Entré a computación y, la clase, como de costumbre, fue de 7:40 a 8:40, y lo único que hice en ese tiempo fue usar el twitter, expresando la ansiedad y las ganas que tenía de que el tiempo se adelante y me haga estar en el recital que vería horas posteriores. Al salir, se escuchan rumores de que la profesora de religión no había venido, y nació la esperanza en mí de poder irme y ahorrar así más tiempo. Dicho y hecho, al preguntarle al preceptor y confirmar los rumores, partí cual rayo a la parada del colectivo, para poder llegar a mi casa, arreglarme, cambiarme y poder ir a la fila, donde mi novio me esperaba desde las 9 de la mañana… El tema es que, al llegar a mi casa, no esperaba ver a mi madre, dado que yo iba tranquila pensando que ella había ido a trabajar hacía horas. Ella tenía la ilusión de que vaya al colegio a la tarde (y salir del mismo a las 6 de la tarde… No, no me cabía ni un poco). Y menos mal que pensó que iba a ir al colegio, sino no me dejaba ir tan temprano a la cola pero ni de casualidad… Suerte que se fue al poco tiempo; ahí sí que me cambié/maquillé a los pedos, y me fui para la estación.
Cuando llegué, y para mi asombro, mi novio estaba casi al principio de la fila, exceptuando a ese grupo que eran como veinte monos que estaban primeros. A todo esto más o menos el reloj marcaba las 10 y media de la mañana, y después de unos minutos, el sol empezó a calentar, y a ser molesto… Y pensé “tengo que bancarme esto hasta las 6 y pico que se dignen a abrir la puerta”, pero bueno, estando con mi novio, música bien fuerte y bastante agua, estuvimos hasta más o menos las 12 del mediodía pollereando, tomando sol y hablando de nuestras vidas. Lo molesto era que, más o menos a esa hora, el bagre empezaba a picar y, para alivianar un poco la cosa, por suerte teníamos un Carrefour… Pero era una paja ir caminando hasta allá con el calor que hacía, y de todas formas lo hicimos; con unas porquerías bien grasosas como son los doritos y las papas, con un agua bien fría, éramos nosotros. Le agradecimos al pobre flaco que teníamos al lado por habernos cuidado el lugar, y Javo cruzó un par de palabras con él (si leés esto, sabés que te agradezco), mientras yo estaba tirada como una iguana al sol.
Pasado ya el mediodía, y con un poco menos de hambre, tuve el agrado y el gusto de encontrarme a Guada (por tercer día consecutivo, ¡crack!) y a Flor, a quien veía por primera vez, que por suerte estaban un toque más adelante nuestro, todavía más cerca del principio de la fila, que a su vez estaban con conocidos suyos. Qué se yo, como dije en la entrada del recital del 13, en este tipo de eventos uno tiene la suerte de conocer gente extremadamente copada, y hoy no iba a ser la excepción. En fin, estuvimos toda la tarde hablando, riéndonos, comiendo (los sánguches “envolvidos” de Flor), contando chismes, hablando de música, recitales, gustos y todos temas afines a gente como nosotros. Lo malo fue que, en un momento, Flor, Guada y yo, tuvimos la imperiosa necesidad de responder el llamado de la naturaleza… Y para colmo había pasado un camión cargando unos baños químicos. Qué fiesta, pensé, y fuimos las 3 a buscarlos… Pero para nuestra sorpresa, no los encontramos; nos comimos un bolaseo terrible al pensar que los baños eran destinados al evento que se estaba por desarrollar en el estadio. De todas formas, teníamos la estación de Arata a sólo unos pasos y por lo que sé, todas las estaciones del Urquiza tienen baño menos una, y no era ésta. Caminamos hasta la misma, pudiendo apreciar que ya había bastante gente en las filas (tanto en platea como en campo) y estaban apareciendo los vendedores sanguijuela; típicos de recitales multitudinarios como estos. Cuando llegamos, un policía nos corta el paso y me mira de arriba para abajo como si fuera una chorra o una drogadicta, y casi con asco me dice que “no hay baños acá ni en la estación de enfrente, pueden ir hasta el carrefour”. ¿Otra vez? La puta madre, la caminata era tediosa y más a esa hora, que el calor estaba empezando a pegar fuerte (en el clímax del horario del sol; casi las 3 de la tarde). En lo que fuimos y volvimos, seguimos con nuestras charlas de vida (música, estudios, etc), hicimos nuestras necesidades, nos mojamos un poco el pelo y principalmente, nos encabronamos con los imbéciles que pasaban en los autos y nos decían cosas. Permítanme hacer un apartado y dirigirme hacia las personas de Paternal y alrededores que a esa hora circulaban con el auto por el lugar: pocas veces vi y escuché comentarios tan verdes y pajeros como los de ustedes, abortos de la naturaleza. Ahora sí, sigamos con lo nuestro.
Después de otra infinita caminata bajo un sol que rajaba la tierra, volvimos a la fila. Claramente había llegado mucha más gente; la fila se iba alargando y los puestos de chori y los vendedores de remeras salían casi como de abajo de las piedras. A mi se me empezaba a notar en la cara que me estaba quemando, y a mi novio en la cara y en los brazos; estaba rojo, ardido; otra de las desventajas de tener la piel tan blanca. Estar sentada o parada siempre en la misma posición era cansador, aunque ya de por sí, atribuido a los nervios y a la ansiedad que me corrían por las venas, era difícil quedarse quieta.; en la sombra se sentía bien, pero el frío y duro suelo llegaba a un punto que ya era incómodo sentarse de cualquier manera, así que me levanté y me fui al pasto, justo bajo el sol (plus, justo al lado de las vías del tren), y me acosté ahí con la idea de atornillarme al suelo en ese lugar hasta que abrieran las puertas. No quería que ningún energúmeno se me meta en la fila, no me comí tantas horas de calor y sed abajo del sol para que venga un gilito cualquiera a ponerse adelante.
En fin, ya en mi lugar fijo sobre el pasto, me acomodé, me mojé la cabeza, me subí las botamangas del pantalón, me subí las mangas y me subí un poco la remera, me acosté cómodamente sobre el pasto y me dediqué a tomar sol (lo que después sería claramente evidente en mi cuerpo) y deleitarme con la música que provenía de uno de los acompañantes de Guada. Después de lo que fue una mega-mini siesta, siento que voces cerca, no sé si dirigidas a mí o a mi novio. Seguidamente, siento que alguien me patea con delicadeza el pie, y mi sensación típica de “no entiendo nada” post-siesta fue en aumento. “No me vine de tan lejos para verte dormir” escuché. ¿Qué onda? ¿Me habla a mí? Corrí los brazos que tenía cruzados justo encima de mi cara para tapar el sol, abrí los ojos y me senté, todavía sin entender mucho. Tardé un microsegundo en volver a la realidad y poder ver claro. ¿Qué carajos? Dos chicos con los que solía hablarme, Carlos y Ricardo, habían cruzado el charco desde su natal Uruguay, y ahí los vi, cargando sendas botellas de cerveza y hablando con su respectivo grupo. “Al fin nos conocemos Vikernes” me dijo uno saludándome, mientras el otro le ofrecía cerveza a mi novio. Después de dialogar unas líneas y de entrarle a la Quilmas fría, ellos se ubicaron un poco más para atrás en la fila, y nosotros nos volvimos a sentar; yo volví a acostarme con toda mi humanidad sobre el pasto. “Mierda, cuando dicen que por la banda que amás se hacen locuras no es joda… Y claro, qué otra podía ser, Megadeth de mi corazón”. Y así acostada aguanté. Aguantamos. Hasta que al fin de acercaba la hora… El sol ya no pegaba tan fuerte, la fila llegaba hasta confines más allá de mi vista y las agujas del reloj seguían corriendo, lo que indicaba que la hora se estaba acercando… Para apaciguar un poco esos sentimientos de ansiedad, agarré a mi novio de la mano y fuimos a dar una vuelta, viendo que literalmente la fila de campo llegaba hasta la concha de la lora y la de platea daba la vuelta de la esquina en el estadio. “Carajo, esto va a ser terrible, carajo, no puede haber tanta gente”; literalmente, pasión de multitudes. Al volver, ya pocos quedaban sentados en la fila; dado a las indicaciones de los pelotudos de prevención (sí muchachos, disculpen; salvo el gordo pelado que puteaba a todo el mundo y nos hacía reír a las chicas y a mí, el resto de los organizadores, uno más imbécil que el otro; sepan que todos me cayeron del orto), teníamos que movernos para atrás para que puedan ubicar unas vallas… Y por el miedo del apriete, y por los avivados de siempre que se te colan, nadie quería quedarse pancho sentado en el piso, así que en ese rato nos quedamos parados… Al pedo; hubo un grupo de wachiturras (hablaban como negras villeras, comiéndose las S y a los gritos + piercings en toda la cara + calzas apretadas y zapatillas deportivas) que no sé qué carajo hacían en este evento, pero las muy zorras se me metieron adelante y ya no las soportaba, tanto por su presencia como por su olor a culo. Flor, Guada y su amiga nos miramos resignadas, yo no iba a dejar que alguna de esas mamarrachas me saquen mi lugar en la valla; como dije más arriba, no me fumé el hambre, el calor, la sed y incomodidad al pedo, yo IBA a tener mi lugar.
Ya era hora. El sol había bajado, la gente apretaba terriblemente y los nervios de todos se potenciaban, y se combinaban con las ganas de entrar. Ya estábamos todos amuchados, esperando a que den el ok para meternos corriendo… Y así fue. Dejaron pasar al grupito que estaba primero y después seguíamos nosotras. Daledaledaledale. SÍ, PASÉ. Bien, ahora estábamos casi como atrincherados en la entrada del estadio, y yo con la puerta a dos metros, pero el tema era que, nos separaban en dos filas por sexo (cosa al pedo, para joder) y mi novio quedó allá, lejos. “La puta madre, lo que falta, estar sola”. A las chicas las había perdido (no en realidad, pero quedaron un poco más atrás), y sin mi novio, la que iba a estar perdida, iba a ser yo. Fuck, nervios, me temblaban las piernas, nervios, tenía la piel de gallina, nervios… Y me habían dado ganas de ir al baño. Estaba jugadísima, pero no me quedaba otra que aguantar. “La puta madre y la concha de la lora, por el amor de dios abran esa puerta y déjenme pasar”. Todavía no caía que estaba ahí nomás, en el mismo lugar donde casi, un año atrás, había visto por primera vez al colorado platónico que me vuelve loca. Y así, habrán pasado unos tortuosos 20 minutos…
Hasta que al fin, abrieron… No lo pensé dos veces, qué baño ni que mierda: pasé corriendo hasta que me contuvieron para cortarme la entrada, una vez hecho esto, corrí como nunca en mi vida; esquivé a uno de prevención que quiso agarrarme y frenarme, ÉSTA; no paré la loca carrera hasta no llegar al interior del estadio (para lo cual, volé, literalmente, y me comí 5 escalones) y aferrarme como una garrapata a la valla. SÍ GENTE, SÍ, por segunda vez en mi vida, en menos de un año de esa hermosa experiencia, volví a tener mi lugar en la valla de Megadeth más que asegurado, en el mismo lugar que el año anterior, justo frente a donde Ellefson estaría dentro de unas escasas horas... Ahora el problema era que mi novio me vea, o bueno, que llegue hasta mí… Agarrada, me di vuelta como pude y ahí le hice señas para que venga. Dicho y hecho, vino corriendo y se aferró de la valla también, se paró atrás mío (con mi altura, imposible taparlo) y de ahí no iba a moverse. Perfecto, vista 20/20 para los dos. La gente seguía entrando, apretando más y más. El calor humano ya se estaba sintiendo, habían empezado a fumar (lo cual hacía más impuro el aire) y se podía ver algún que otro globo volando… Y forros, inflados, también.
Serpentor. Gentileza: Matías Martinez. (ahí estoy yo)
Entre tanto y tanto, después de acomodar y probar los instrumentos (y después de un largo rato), mientras el estadio seguía llenándose de gente ansiosa y emocionada, salió Serpentor. Muchachos, a ustedes los aplaudo de pie. Saben, como conté en la review anterior, yo soy de esas personas a las que generalmente los teloneros no les copa (Plan 4 o como sea que se llamen, me aburrieron y no me gustaron nada), pero ustedes, se llevaron un una ovación terrible, y estuvo bueno “escuchar el grito del under”… Aparte, contaron con la ventaja de tener un mejor sonido, y con ¡el pelado! Ese flaco que te corría todo el escenario, con una energía increíble que, tocando excelente y como si fuera poco, cuando ya se estaban por ir, le arrancó las cuerdas a su guitarra (TODAS), y las tiró al público… Por si teníamos ganas de más., fue con el otro guitarrista, también le arrancó las cuerdas y las tiró al público. Increíble, la verdad.
Bueno, se fue Serpentor con una gran despedida. Faltaba cada vez menos. Mis nervios crecían, mis piernas temblaban y mi corazón eufórico golpeaba contra mi pecho sin control; en cuestión de minutos tendría a Megadeth a sólo unos centímetros, como aquel ya lejano 9 de noviembre. Empezaban a dolerme los pies y me costaba mantenerme en puntitas (no me quedaba otra ya que la valla llegaba justo a la altura del pecho donde se encuentras mis dos protuberancias…), pero por suerte, de tanto en tanto, Javito me dejaba pisarle los pies para ganar ‘altura’.
Wiilie. Gentileza: Chica Deth
Ay qué nervios joder. Todo el mundo vitoreaba, chiflaba, alentaba a Mustaine para que saliera más rápido, Willie Gee y la crew se contoneaban por el escenario, probando instrumentos, dejando notas para el colorado, acomodando los platos de la batería… Yo estaba que no daba más. Empezaba a tener mucho calor, y mis costillas estaban seriamente oprimidas, lo cual dificultaba un poco mi respiración. “Todo esto que estoy sufriendo, todo lo que soporté al sol por horas, con hambre, sed y sueño fue por vos colo. Dale, salí, te espero. Sé que no vas a defraudarme”. Y ahí apareció en la pantalla gigante, el primer video en el que la banda se anunciaba. No me emocioné porque supe que era el mismo video que el recital anterior, no era nada nuevo. En el lapso de veinte minutos más o menos, apareció el otro video, cuando ya la banda estaba yendo para el escenario… Ese sí que era un video nuevo; Mustaine acomodándose las muñequeras, Broderick sacudiendo las lanas… Venían bajando una escalera, y yo estaba que estallaba de la emoción…
Dave llegando. Gentileza: Chica Deth.
Fueron varios los amagues y los gritos de alegría, hasta que finalmente pasó. Shawn se escurrió hasta su respectivo asiento en la batería procurando que no lo vea nadie (fail, yo lo vi con facilidad), las luces bajaron para dar lugar a esa tenue iluminación azul característica y empezó a sonar la intro de Trust… Los rugidos de todo el estadio se intensificaron, y aumentaron con la salida del colorado, del hermoso Mustaine, y empezó de una forma increíble. Para este tema casi estoy al borde de las lágrimas, pero me las pude aguantar; estaba más ocupada saltando y cantando, descargando todas mis energías en la que sería la última fecha de Megadeth en Buenos Aires. Lo bueno de esta fecha es que cambiaron la disposición de las canciones; luego de esta masterpiece, me dispuse a seguir gastando mis cuerdas vocales con el mismo combo del 13 (Hangar+She-Wolf). A diferencia de ese día, el 14 hubo un cambio de disposiciones en las canciones: me tocó lagrimear con A Tout le Monde, Whose Life y Public Enemy, para después meterle al Countdown de lleno… Lo que salté y grité cantando esas canciones, ni se imaginan… En este lapso, tuve la suerte de intercambiar miradas con Ellefson y llegar a ver que, para mi satisfacción, sonrió al ver que yo le guiñé un ojo.
Ellefson. Gentileza: Chica Deth.
Todo marchaba bien. El sonido se escuchaba mucho mejor, al mismo Mustaine yo lo vi mejor, y me venía aguantando la presión contra la valla, la cual empeoró cuando la gente sabía que se acercaba Symphony… Me apretaron y aplastaron como creo que nunca en mi vida lo hicieron; saltaban de acá para allá y me movían, literalmente, al compás de ellos, con quienes fervientemente coreaba el ya famoso “Megadeth, Megadeth aguante Megadeth”. El dolor se intensificó, pero el malestar se me disipaba un poco al pensar “hey, no seas débil, estás acá y los tenés apenas a unos centímetros”. Otro problema con el que tengo que despotricar seriamente es que, para esta altura, todos estábamos transpirados, sedientos y con mucho calor; los flacos idiotas de prevención tenían sus reservas de botellas, nos veían sufrir y no eran capaces de darnos NADA. Por ahí, un poquito, una botella, de vez en cuando, pero no era como el año pasado, cuando te tiraban bidones enteros encima de la cabeza… En fin, yo estaba disfrutando de mi show.
Otra vez. Gentineza: Chica Deth
El problema llegó ya casi finalizando Sweating Bullets; la pareja que estaba al lado nuestro pidió que los saquen y, a lo bestia, empujando, llegó un pelado que medía como dos metros. Yo estaba cantando a viva voz las últimas estrofas de esta magnificencia, cuando siento que un terrible codazo me penetra las costillas derechas. Hago muecas de dolor y trato de seguir en la mía, cuando me doy cuenta que Javier estaba a las puteadas con este zanguango. Estaban calientes (Javier con motivos; el otro no), y parecía que estaban por agarrarse a las piñas. “Acá lo llegan a sacar a Javo por culpa de este pelado de mierda, y cuando termina el recital lo busco y le abollo la cabeza a patadas”. Lo gracioso era que, mientras ellos peleaban y se puteaban con una furia casi animal, Ellefson los miraba perplejos; yo lo miraba a él, y él los miraba a ellos, con los ojos grandes, como sorprendido. Por suerte, el gediento este dejó de molestar y, mientras traté de calmarlo, pudimos seguir apreciando la belleza que estábamos viviendo.
Dave diciendo lo del video de Marshall. Gentileza: Chica Deth
Una de las cosas más lindas de la noche, pasó casi a la mitad del recital (el ‘sánguche’; la parte en la que no podés creer que “ya pasó” y al mismo tiempo no querés que termine); yo no me acordaba que el colorado, la noche anterior, había anticipado que iba a haber una sorpresa. Resulta que, por los 50 años de los amplificadores Marshall, le encomendaron grabar un video, acá en Argentina. Cuando lo anunció, estando él solo en el escenario, las cámaras se encendieron y lo enfocaron directamente. Se lo veía perfecto: hermoso como siempre, contento y muy emocionado. Con orgullo digo que, cuando la cámara enfocó al público, pasó por adelante mío, y me vi en la pantalla gigante, aunque, por desgracia, en la edición final del video no me veo, fue lindo haber experimentado esa hermosa sensación. Justo después de esta linda sorpresa, continué gastando mi garganta con Countdown to Extinction. Creo que fue en ese lapso, o entre medio de dos canciones que ahora no recuerdo, que en un momento estaba Mustaine solo hablando en el escenario, y cuando quedó en silencio, con toda la fuerza de mis pulmones le grité “ENTREGÁ A BRODERICK”. Así que, si alguien escuchó eso, sepa que fui yo.
Bombón. Gentileza: Chica Deth.
El tiempo pasaba, las canciones sonaban, el público alentaba… Pero tristemente sabíamos que iba llegando la hora final, y que sólo era cuestión de unos temas más para que se despidieran por este año… Y fue más o menos para esta altura del recital cuando sentí que el corazón se me salía del cuerpo. Como es costumbre, Broderick se hace el sexy, yendo de acá para allá en el escenario, luciendo su hermosa sonrisa y revoleando su espesa cabellera, mirando al público y cruzando miradas con todos, al igual que Ellefson (afortunadamente me incluyo entre los que hicieron contacto visual con ellos), pero el motivo de mayor emoción, sería gracias a Mustaine (qué raro yo diciendo eso). Estaban tocando Ashes in your Mouth, faltaban sólo dos temas para que termine y yo, increíblemente, todavía seguía aguantando, firme en la valla. Para el momento del solo, Musti empezó a pasear de un lado a otro del escenario, revoleando su colorada melena y poniendo las caras orgásmicas que ya son características de él. Cuando llegó adelante mío, no le saqué un minuto los ojos de encima. Le hice caras, le tiré besos, le grité cosas y él ponía caras a lo Angus Young, sacando esa trompa tan hermosa que tiene, como tan bien le sale… Y yo imitaba sus caras, hasta que pasó. Fue en 3 segundos, pero sentí como si se hubiera parado el tiempo, a la vez que mi corazón se congelaba: justo estaba poniendo la boca como tirándole un beso, cuando él me miró y me contestó… Con otro beso. Me temblaron tanto las piernas y se me aceleró tanto el pulso, que creí que era un sueño, algo imposible. Seguidamente, Javier, de atrás, me empieza a codear, y me decía a los gritos “BOLUDA, ¿VISTE ESO? ¿VISTE ESO? MUSTAINE TE TIRÓ UN BESO. Decir casi me muero es poco; empecé a llorar como una descerebrada de la emoción. Me costaba creer que mi mayor amor platónico me haya visto entre la multitud y me haya tirado un beso desde el escenario.
Hermoso y radiante como siempre. Gentileza: Chica Deth
Ya está, mi felicidad estaba completa. Me quedaba disfrutar de Holy Wars y Peace Sells a más no poder. Cantar con las fuerzas que me quedaban, aguantar mis crecientes moretones y dolores musculares que me aquejaban. Canté a viva voz, como si fuera la última noche de mi vida, me emocioné, y por más que me esforcé con toda mi humanidad para agarrar algo que eventualmente tiraran al público, no llegué… La próxima vez será.
I'm now at home, in Argentina. Gentileza: Chica Deth.
A la salida, tratando de ignorar la depresión que aumentaba en mí luego de ver el saludo final, una cálida despedida y el amor con el nos miran, me reencontré con Flor y su novio (y además, volví a sentir las piernas y las costillas), y yo que todavía tenía lágrimas en los ojos, y el maquillaje corrido cual viuda de guerra… Y yo no podía creerlo. Otra hermosa noche llegaba a su fin. Megadeth de había ido; la emoción de esperar tanto tiempo, la buena onda de toda la gente de la fila, haber conocido gente nueva… Era angustiante, y automáticamente me dieron ganas de volver en el tiempo; pero todo sea por Megadeth, todo lo vivido. Las alegrías, las lágrimas, los cánticos… Todo. La buena onda fue hasta el final, y les cuento que, yendo para el baño con Flor (a mojarnos la cabeza y a hacer headbang para secarlo como las diosas que somos) me saludó uno que me vio en ese mismo estadio, EL AÑO ANTERIOR, y que además me dijo que leía mi blog… Qué loco.
Divinos los cuatro. Gentileza: El twitter de Flor. (Je)
Desde ya reitero lo que dije muchas veces por los cuatro. MUCHÍSIMAS GRACIAS por alegrarme la vida de la forma que lo hacen; gracias por ponerle tanta magia a una noche que sin lugar a dudas fue única. Shawn, Chris, Junior, Dave: gracias por lo que me hicieron vivir, ya no tengo más palabras para expresarme. Son unos ídolos, los amo enteramente con mi vida, y me quedo corta. No veo la hora de poder volver a verlos, los voy a esperar ansiosa, y que den lo mejor como hacen siempre, genios. Los admiro, eternamente.
¡LOS AMO!

2 comentarios:

  1. Pronto daré mis recuerdos en mi blog. Ahora no puedo más que buscarte a tu casa, comprar lays algo para tomar, buscar parlantes... poner countdown a todo volumen y que la agitemos a morir!

    Cada paso del que hablas, cada cosa te sentiste, te imeginé ahí y sentia como el corazón se me paraba imaginandomé en tu lugar. Te pasas con las descripciones, están excelentes! Excelente entrada, me encantooooooooooooooo, viva Megui *-*

    Y con respecto al show... de puta madre. Nunca pensé que me gustaría tanto el despliegue, el carisma del colo para nuestro país es hermoso e inexplicable. ♥

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  2. Bueno, te digo que pegué importante grito cuando leí lo del beso. Mi abuela vino para saber qué me había pasado e.e Y además me cagué de risa por tu odio a los viejos verdes :3

    Primero que todo permitime decirte que esta me pareció más emotiva que la anterior, quizá porque estuviste en campo y viviste más experiencias (tanto adentro como afuera), o le pusiste más ganas, o simplemente le dedicaste más tiempo; lo que sea.
    Segundo, estoy me acordé de que la mía está tirada en algún borrador de mi blog, soy re inteligente.
    Tercero y último, reviví muchísimas cosas. Y, además, sentía todo lo que describiste incluso cuando no tuve la suerte de esperar en la fila como quisiera haber hecho. Es raro, pero me imaginaba ahí y aklfjalkf, inexplicable.
    Gracias a vos tengo importante presión en el pecho de lo emocionada que me dejaste y ganas de volver a ver a Megadeth en vivo. Y, mientras tanto, seguir viéndonos cuando podamos así boludeamos como cuando había pasado un mes (UN PUTO MES) de que habíamos visto al Colo por última vez y estábamos con Guada, en mi casa, mirando un reci de los "Big Four" cuando en realidad sólo vimos la parte de Megadeth.

    En fin, el público argentino manda, el resto obedece. Te adoro, Rocío Vikernes.

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