domingo, 6 de enero de 2013

Sin clientes no hay trata

La noche de viernes, como tantas otras veces haciendo zapping, encontré una buena película para pasar el rato; esa típicas películas que mirás una, y otra, y otra vez, y no te cansan en lo más mínimo. Películas que vez millones de veces, te aprendés los diálogos, las expresiones y en mi caso, cuando es una película doblada la sé en inglés y en español… Me pasó con Juego de Gemelas, Rescatando al Soldado Ryan, algunas de Saw, y demás… Pero en este caso, me estoy refiriendo a Búsqueda Implacable. Si no la viste, debés tener un problema serio, pero como es demasiado recomendable, antes de decir algo, te recomiendo que la veas.
Now watching :) I love Liam Neeson! action packed movie and I’m happy to know that they’re already filming the sequel :)
La historia transcurre alrededor de un hombre (Liam Neeson, te amo) que hace las mil y una para rastrear, buscar y rescatar a su hija, quien fue secuestrada en Europa y dispuesta a ser vendida en el negocio que comúnmente conocemos como “trata de mujeres”. Acción a más no poder. La cuestión es que, valga la redundancia, la primera vez que la vi fue en el colegio. En la materia construcción de la ciudadanía estábamos viendo el tema de la trata de blancas (siendo éste, las adicciones, la bulimia y la anorexia los temas más estudiados y más remarcados y retratados por las tres profesoras que tuve durante el 2OO8, el 2OO9 y el 2O1O). Agradezco a mi profesora por haberme hecho ver esta película, la cual no podía creer que fuera tan buena como resultó ser… Contrario a lo de siempre, que las películas que te hacen ver en el colegio son aburridas; con esta no me pasó y con “La decisión más difícil” tampoco, más bien todo lo contrario. Valió la pena verlas.
El tema es que, desde el punto de vista de esta película (y del colegio, de nuestros allegados, de nuestros padres, y de cualquier otra persona que vele por nuestro bienestar) a nosotras, mujeres, nos dice que tenemos que cuidarnos de gente extraña, de no ser tan confiada con gente que no conocés, y menos en un lugar extraño. Mientras que la amiga de la protagonista anda diciendo que quiere acostarse con el muchacho que recién conoció, Kim se comporta como lo haría cualquier chica normal… E igualmente sufrieron el mismo destino. Pero, este es uno de los tantos puntos de concientización, porque no se trata sólo del lado de las víctimas; las mujeres no sólo deberían aprender a cuidarse, los proxenetas y los hombres que pagan por tener sexo deberían aprender también que lo que hacen está mal. Si las mujeres solas nos cuidamos, y quienes las usan y las manipulan no, entonces no sirve de nada, porque la trata de mujeres está compuesta por esas tres partes: las mujeres, los clientes y los “empleadores”.
Les cuento que, hace ya unas cuantas semanas (cuando estaban todos con el tema de la pobre Marita Verón) vi un documental sobre las ofertas de sexo. Como sé que me lee gente que vive afuera de Buenos Aires (o lejos de la capital) y también afuera de Argentina, paso a contarles de qué se trata. Es mi frecuente ir caminando por el microcentro y ver, pegados en las paredes, en containers, teléfonos públicos y postes de luz, papelitos de colores con números de teléfono ofreciendo sexo. Según lo que dijeron en el documental, las mujeres que libremente eligen prostituirse para ganar plata (las prostitutas por elección, en criollo) trabajan en la calle, no en habitaciones, en lugares cerrados como las que se ofertan en los papelitos. ¿Qué quiere decir eso? Que las mujeres que son “vendidas” en esos papeles en oferta, no están por su propia elección, están ahí porque alguien se los manda, porque alguien las tiene como esclavas sexuales. Y acá es donde viene el punto de fractura: ¿quién hace peor? ¿El proxeneta o el cliente?
El proxeneta es el que mueve la plata que gana su “empleada”, mientras que a ella la mantiene encerrada, como un animalito enjaulado, muchas veces en condiciones pésimas, descuidando su salud, su alimentación y hasta su higiene. No gozan de libertad. Viven en habitaciones chicas, muchas veces hacinadas. No son dueñas de su ropa, no son dueñas de elegir, no son dueñas de su cuerpo, no son dueñas del dinero que ganan trabajando con él… Eso implica muchísimo sufrimiento para ellas. El cliente es el que podría marcar la diferencia. Todo el mundo sabe que, sea en el rubro que sea, en cualquier negocio del mundo, si no hay clientes, si no hay compradores, el negocio quiebra y cierra. Pero mientras siga habiendo clientes, el negocio va a seguir funcionando… Mientras haya “hombres” que compren mujeres, que paguen por tener sexo, estas mujeres van a seguir esclavizadas, la plata va a seguir moviéndose y el negocio creciendo… En ellos está la decisión.

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